Hace
unos días, llegó el momento más esperado por lo niños, el poder
volver a la calle y dar un paseo. Por poco ni llega, ya que al
principio solo se les iban a dejar a acompañar a los padres al super
o al estanco.
Por
fin, la libertad. O no sé, si esto se puede llamar la libertad, o
quizás es mejor decir “la nueva normalidad”. Ese último término
me da escalofríos.
El ser humano es un animal social y necesita a
los abrazos, besos, conversaciones y risas. Todo esto por ahora está
prohibido, les explicamos todos los días a los niños en casa que si
te encuentras un amigo en la calle, ni te acerques. Mi hija es muy
cariñosa, a veces repartía abrazos llenos de amor a diestro y
siniestro, y no veas como la cara de alguna abuelita a la que no
conocíamos de nada se iluminaba para el resto del día. Siempre le
reñíamos por estas cosas, pero es que ella es todo hecha de amor y
lo quiere repartir.
Los
niños necesitan tocar cosas, tumbarse en la hierba,
observar los bichitos, jugar con piedras, palos y hojas. El estar en
contacto con la tierra y con los animales es esencial para ellos y
también para los adultos. Vivimos en un piso alto en una torre de 24
plantas. Durante el confinamiento me di cuenta como el estar lejos de
la tierra, me deja sin energía, sin aliento, como si estuviera
colgando de un hilo en una caja de cartón. Cada vez me doy más
cuenta de que necesito tener una casa con terreno, vivir como vivían
nuestros antepasados hasta no hace mucho y tener mi huerta. Suertudos
los que tengan la huerta, porque con lo que nos viene encima, así
por lo menos tendrán algo que llevar a la boca.
Los
niños en casa han podido por fin estar con los padres todo el
tiempo, igual que se ha vivido durante muchos siglos. Ahora nos
pueden ver haciendo tareas de casa y participar en ellas. Se dan
cuenta que la comida no aparece en el plato por arte de magia, que la
casa hay que limpiarla y cuidarla para poder vivir en ella. Muchos
pequeños se pasan días observando como la semilla de la lenteja que
plantaron en el tiesto, está germinando, cómo le salen las hojas. La
verdad que ese ritmo frenético que había antes, no les dejaba ver
como es la vida en realidad, muchos de ellos prácticamente no veían
sus padres durante los días laborables, o estaban todo el día con
los abuelos, los niños mayores en colegio y el resto de la tarde en
las clases extraescolares.
Quizás
sí hacía falta que el mundo nos diga alto y claro: “¡Parad de
una vez!”
A
mi hija no le gusta solo pasear sin propósito y menos con las manos
en los bolsillos. Me está pareciendo estos paseos al patio de una
cárcel. Hemos salido de la celda de aislamiento y ahora nos dejan
pasear en el patio con las manos en la espalda.
Cuando
conté a mi madre que vive en Estonia que ya los niños pueden salir
a la calle, una hora y sin tocar nada, pero no te lo pierdas, los
niños hasta los 14 años, que si tienes 14 y medio, no sales, se
quedó de cuadros. Me parece todo lo que pasa aquí en España muy absurdo y
surrealista.
En
los países nórdicos, como por ejemplo Estonia, la crisis sanitario
no los ha pillado sin preparación. Estonia es el primero de Europa
por el uso de las nuevas tecnologías, no hay trámite que no se
pueda hacer on-line. (Excepto casarse y divorciarse, para esto sí
que hay que personar.)
La
novedad de estudiar desde casa tampoco les ha dejado paralizados, de
hecho este pequeño país que lidera los rankings educativos, está compartiendo gratuitamente su plataforma de
enseñanza digital con la comunidad internacional.
Muchos
padres ya trabajaban parcialmente desde casa antes, así que tampoco
se va a paralizar la economía tanto como en España.
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Foto Kaarel Kivisikk |
Durante
todo este tiempo, los niños han salido a la calle, a la naturaleza
(que allí hay mucha) y sobre todo hacer deporte al aire libre. Los
adultos también, por supuesto. Todos quieren seguir siendo sanos y
fuertes. Los parques infantiles ya están abiertos, aunque la gente
prefiere ir al campo, al bosque a practicar senderismo por ejemplo.
Espero
que pronto seremos libres de verdad otra vez y que podamos cuidar de
nuestra salud física y mental, para así poder enfrentarnos mejor a
cualquier virus o problema que surja.
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